Relanzan la única biografía autorizada de Juan Gabriel


“Querido Alberto”, la única biografía autorizada del cantante mexicano Juan Gabriel, ha sido relanzada con motivo de su muerte el pasado agosto.
Escrita en 1995 por su productor, director artístico y amigo, Eduardo Magallanes, “Querido Alberto” narra la vida de Alberto Aguilera Valadez desde su humilde niñez hasta convertirse en uno de los compositores más reconocido y prolífico de la música popular hispanoamericana.
Recién publicado por la editorial Atria para EEUU, el libro describe los infortunios de su niñez, el despertar de la adolescencia y su ascenso meteórico a la fama, siempre más enfocado en el ser humano que en el personaje adorado por multitudes.




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El más pequeño de diez hijos, Alberto nació en Parácuaro en la Tierra Caliente, a unos 200 kilómetros de la ciudad de Morelia. El día de su bautizo se cuenta que el cura, a quien se le atribuían poderes milagrosos, le susurró al padrino que el niño estaba en gracia y que debía aprovechar el momento para pedir cualquier cosa para su futuro. El padrino, un campesino amigo de la familia, pidió que Alberto fuera “artista de alto vuelo” como Pedro Infante y Jorge Negrete. Esto no se lo comentó a nadie hasta muchos años más tarde cuando el destino afortunado de su ahijado comenzaba a hacerse evidente. Alberto tenía apenas tres meses de edad cuando su padre fue recluido en un hospital psiquiátrico, lo que llevó a que la madre se trasladará con sus hijos a Ciudad Juárez. Es de allí donde, al hacerse famoso, le viene el mote de “El divo de Juárez”. Pero antes de alcanzar la fama pasó muchas dificultades, entre las cuales la más dolorosa fue haber crecido sin el cariño de sus padres. A los tres años fue internado en una escuela y a partir de entonces vivió separado también de su madre.


En esta sección el autor señala que a Juan Gabriel se le confunden los recuerdos y los datos de infancia. “Su niñez pasa a ser parte de un montonal de recuerdos que se vuelven sueños placenteros o tormentos y que la memoria desdibuja”, escribe. Pero en su imaginación, Juan Gabriel se aferra al recuerdo de su madre, “sellado con su réquiem: ‘Amor eterno', canción que no solo no pudo grabar sino ni siquiera cantar hasta que no se le ‘enfriara' la garganta: le ganaba el llanto, le ganaba el sollozo”. Según Magallanes, Alberto creció solo y a la defensiva, aprendiendo a abrirse camino por sí mismo. En las citas de Juan Gabriel no se destaca resentimiento, sino la mirada compasiva con la que se aproxima a su pasado, sobre todo a quienes lo abandonaron. “Para mí es fácil ser mi mamá, ser mi papá, ser mis hermanos y ser sobre todo el niño que se perdió. Tuve que perdonar a mi madre, a mis hermanos, que no se hicieron cargo de mí, ni siquiera fueron a visitarme”, recuerda. Pero eso lo aprendió más tarde, pues cuentan que de niño no se le daba muy bien perdonar y olvidar ofensas. Cuentan también que fue un niño particular, no quería que le sirvieran la comida en el mismo plato, pero igual era dulce con sus maestras y les cantaba cuando las veía contrariadas.
Entre reflexiones del cantante, fotografías personales y de archivo, cartas personales y la letra de sus canciones, Magallanes nos revela un joven de talento asombroso con una sed de cariño insaciable. Desde los doce o trece años, recuerda, se dio a escribir canciones “ por la necesidad de escribir lo que sentía, lo que vivía”. “No imaginaba que podía ser artista para salir de pobre, y mucho menos ser artista y cobrar por ello”. El libro relata con lujo de detalles su ascenso al estrellato, y también la humildad y compromiso con el pueblo que siempre le caracterizó. Magallanes demuestra en su escritura la admiración y aprecio que le tuvo a Juan Gabriel, tanto al ser humano complejo que conoció de cerca tanto como al cantante exitoso con quien tuvo la dicha de trabajar. 

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